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Icono no 49
Tamaño : 42 x 18 cm.
Tableta de tilo
Tempera. Aureola dorada a la hoja de oro.
Nacida en Alejandría, capital de las ciencias y de las artes, santa Catalina es la hija de un rico y poderoso señor. De gran belleza, ella siguió las lecciones de los mejores maestros y de los más ilustres filósofos. Ella se destacaba en el arte del lenguaje y podía conversar de todo tema en un gran número de lenguas. Había recorrido todas las ciencias de la naturaleza, incluso la medicina, y ningún dominio de la sabiduría humana podía escapar de su espíritu penetrante y ávido de conocimiento. Con apenas dieciocho años, había alcanzado un grado tan raro en la ciencia que causaba la admiración de los ancianos más probados.
Su madre, desesperando de encontrar un partido que la igualara, como lo había pedido santa Catalina, la envió hacia un santo asceta cristiano que la convirtió.
El emperador Maximino, que quería forzarla a ofrecer un sacrificio a los ídolos, aceptó una discusión pública: santa Catalina (y el Espíritu Santo) contra 150 de los mejores sabios, los filósofos, los retóricos y los dialécticos que acabaron por convertirse. El emperador, furioso, la hizo torturar, luego decapitar y con ella a los 150, la mujer del emperador, un general amigo y 200 soldados.
Dos Ángeles transportaron su cuerpo al Monte-Sinaí donde se creó el gran monasterio cerca de la montaña donde Moisés había hablado a Dios. Sus santas reliquias se encuentran allí y emanan siempre un perfume celestial.
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